(31 Oct 2015)
La intervención militar rusa en la guerra en Siria es el punto de inflexion que anuncia el avance triunfal, en este nuevo período histórico, de la lucha de los pueblos del mundo por su liberación y desarrollo independiente y derrota del imperialismo como sistema global.
La potencia "hegemónica", la potencia "unipolar", el poder "excepcionalista", "el más grande poder económico y militar en el mundo", se cae a pedazos, en ese su "poder", en el ridículo universal al descubrimiento de sus patrañas que han cubierto sus abusos y prepotencias en todos los rincones del planeta en la historia contemporánea reciente.
Rusia en su intervención no está sola. Detrás de ella está la Organización de Cooperación de Shanghay (OCS) -con cuatro países de poder nuclear, cuyos principios normativos incluyen el combate al terrorismo, extremismo, separatismo y narcotráfico- y operativamente el Centro de Información de Bagdad; a su lado los países llamados emergentes, BRICS y otros bloques regionales: los más avanzados socialmente con clases dirigentes de visión antimperialista.
La guerra mundial promovida por el imperialismo USA no ha prosperado y ahora éste se debate en sus retorcijones de agonía de su desastre económico y financiero, crisis político-social creciente y ahora evidente incapacidad militar en los focos de guerra que ha creado.
La visión del colapso norteamericano tiene muchos aspectos y ya lo mencionamos en artículos anteriores comparándolo con lo que ocurrió a la superpotencia socialimperialista de la URSS a fines de los ochenta y comienzos del noventa:
"Si traemos a colación los ejemplos históricos de la caida del imperialismo nazi entre el 42 y el 45 que dió fin a la IIGM y la implosión del socialimperialismo soviético entre el 89 y 93 del siglo pasado, el caso del imperialismo norteamericano más se acerca al segundo." ("Delegación yanqui ante Putin.- Rusia gana otra batalla 'diplomática'." - 13 Mayo 2015)La actual pose de "directora de orquesta" de la diplomacia norteamericana aparentando promover la "paz en Siria" con la tercera ronda de reuniones en Ginebra hace recordar las reuniones de Gorbachov en el G-8, inventado en ese tiempo, para que pueda pasar el sombrero ante el derrumbe de lo que fué la más grande potencia agresiva entonces.
El "Pacto de Varsovia" -bloque de dominio de la Unión Soviética socialimperialista a los países del este europeo- se disolvió de facto con anterioridad a ella, aunque formalmente durara algo más, y ya nadie obedecía a su mandato, que ya era letra muerta. Algo similar está ocurriendo -o vá a ocurrir inmediatamente- con la Otan; las manifestaciones sociales, y pronunciamientos polìticos de partidos y no pocos gobiernos son cosa de todos los días en todos los paises europeos del bloque.
Economicamente la Unión Sovietica estaba en una crisis estructural y su deuda era muy grande; pero comparativamente con lo de EE.UU. actual es insignificante tanto en una como en la otra. La crisis estructural norteamericana es del sistema imperialista mundial; y su deuda se puede comparar sólo con el PBI sumado de todos los países del sistema. Cuando el dolar colapse -que está en camino muy rápido- el cobro en efectivo de las deudas y acreencias así como el cálculo de su reestructuración nadie las va a querer hacer en otra moneda que no sea la suya como ocurrió con el arbol caido de la URSS, pero que Rusia tuvo que asumirlo; en el caso de USA, ningún estado miembro de la unión querra hacerlo.
Las manifestaciones de protesta de la población norteamericana son de origen económico-social general por derechos civiles y ya abarcan muchas ciudades, pero todavía no es una respuesta orgánica a una escasés alimentaria o de productos básicos que cuando lo sea, la organización política que derive de ello, no tendrá freno social porque no tiene esa estructura que en el caso soviético si lo tuvo.
La intervención militar rusa en Siria a puesto de manifiesto que el tal poder militar norteamericano era una farsa hasta en el armamento convencional, principalmente en el aéreo y misilístico táctico; pues en el misilístico estratégico ya en el caso del frustrado bombardeo norteamericano con misiles del Mediterraneo a Siria en Setiembre del 2013 se hizo patente su inferioridad con respecto al de la Federación Rusa. Más aún su presencia como potencia dominante en Europa y Medio Oriente ya es traida a menos, que sus aliados y lacayos se dirigen abiertamente para tratar cada caso regional directamente a Rusia. Y ni que decir del armamento de sus terroristas takfiris y mercenarios o del ejercito saudi que están siendo neutralizados o inutilizados por el armamento ruso. Ésto es comparable, más que con el caso del colapso soviético de los noventa, con el del ejército nazi en la IIGM a partir de la Batalla de Moscú y más definidamente en la Batalla de Stalingrado que evidenció la superioridad del armamento del Ejercito Rojo.
Aquí de archivo -parece mucho tiempo, ¿no?- muy reciente (02/06/2015), pero muy actual también, publicamos un artículo sacado del portal cartamaior que escarba algunos aspectos más en las razones y criterios de esa comparación en el colapso de ambas potencias que, separadas por el trecho histórico de una generación, de todas maneras tienen similitudes muy interesantes que será conveniente analizarlas para avizorar los cambios que se puedan producir en cada país, porque las consecuencias de ese colapso afectarán el mundo entero y cada región, país y pueblo en particular.
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Por Antonio Gelis-Filho
02/06/2015
02/06/2015
¿Debemos prepararnos para un colapso de los Estados Unidos al estilo soviético? La respuesta, por diversas razones, es sí.
Créditos DA FOTO: Kamyar Adl / Flickr
La larga serie de reveses económicos y geopolíticos de los Estados Unidos desde el cambio de siglo ha recibido un elemento más: la amenaza de un ataque nuclear en suelo estadounidense, realizado hace unos días por el Estado islámico. ¿Absurdo? Hasta que se demuestre lo contrario (que esperamos nunca llegará) sí es una completa tontería. Pero el punto aquí es que es menor la posibilidad inimaginable de realizar el ataque que la despreocupación con la que se hizo la amenaza. Obviamente, el Estado Islámico no teme a los Estados Unidos. ¿Y por qué debería? Después de decapitar a los rehenes estadounidenses; después de ver a los soldados iraquíes del campo de batalla, supuestamente, bien entrenados por instructores estadounidenses, huyendo de los combates; después de capturar una gran cantidad de equipo militar estadounidense y después de quién sabe qué otros hechos aún más desalentadores que nunca llegarán a ser conocidos fuera del ámbito de las operaciones; la horda terrorista puede permitirse el lujo de amenazar con un ataque nuclear a la que es, al menos sobre el papel, la mayor potencia mundial.
El Estado Islámico expresó con su extrema violencia habitual, lo que ya es percibido por la mayoría del mundo: los Estados Unidos parecen haber llegado a un punto de no retorno en su declive. Rusia luchó -y ganó- una guerra no declarada contra Occidente en Ucrania; China cuenta ahora y ocupa, su "Crimea marítima", las islas del Mar Meridional de China, donde se construyen las islas artificiales militarizadas en atolones reclamados por varias naciones, sino lo que considera como parte de su territorio. Las protestas y advertencias de Estados Unidos en contra de tales movimientos chinos son manejados por Pekín con el desprecio con que se trata el zumbido de un mosquito inconveniente. La recuperación económica de Estados Unidos que prometió por enésima vez a finales del año pasado resultó ser en realidad un descenso del 0,7% en el primer trimestre de 2015 en valores anualizados. Después de tantos anuncios falsos de la recuperación económica, después de todos los fracasos geopolíticas, después de los signos de deterioro del tejido social del país con los disturbios en Ferguson y Baltimore contra la brutalidad policial, tal vez es el momento de hacer la pregunta impensable: ¿debemos prepararnos a un colapso de los Estados Unidos al estilo soviético?
La respuesta, por diversas razones, es sí. Esto no quiere decir que un colapso de este tipo sea inevitable o incluso probable. Pero el hecho de que es posible y las potenciales enormes consecuencias de tal evento hace como que prepararse para ello, al menos como escenario estratégico, es recomendable para cualquier gobierno responsable. ¿Y por qué un colapso así es posible? La explicación radica en las razones que mantienen unido al país. Los Estados Unidos no se construyó a lo largo de líneas étnicas, lo que tiende a mantener las estructuras nacionales unificados incluso en tiempos de crisis. Tampoco hay predeterminación geográfica: su frontera con Canadá es casi enteramente artificial. De hecho, los Estados Unidos es una organización política artificial, y no uno que históricamente surgió más o menos espontáneamente. Es el resultado de un plan de expansión muy exitoso. Y ese es el factor unificador único y esencial en el país: el éxito. La insurrección confederada en el siglo XIX ya dejaba claro que el potencial fisible del país es grande. Pero el éxito rotundo del proyecto Americano desde entonces creó un monstruo que se alimenta de éxito. Y este monstruo es ahora hambre. A despecho de toda la retórica en torno a los ideales de libertad, la razón por la cual la mayoría de los inmigrantes está en el país es una: el progreso material. ¿Qué podría mantener al país unificado cuando este progreso ya no es una posibilidad razonable? A medida que la cubierta llega a ser cada vez menor, las élites locales de los estados más ricos tienen incentivos a no dar más crédito a los estados más pobres. El culto del éxito, esta verdadera "religión secular" de los estadounidenses, y que fue responsable de la larga y rica historia del país, será el combustible para un posible fraccionamiento. Es tentador imaginar que las fuerzas armadas del país evitarían tal colapso. Inicialmente esto podría ser cierto, pero el debilitamiento económico, a partir de cierto punto, podría poner en peligro los intereses corporativos, y deshacerse de lo que entonces podría ser visto como el "peso muerto" de los estados más pobres a lograr más, no menos, el poder de aquellos que fueron capaces de controlar a los militares. El fraccionamiento podría escapar muy fácilmente el control de éstos. Algo parecido a lo que sucedió en la Unión Soviética.
Un colapso hipotético de los Estados Unidos sería mucho más peligroso para el mundo que lo que fué el colapso de la Unión Soviética. Ésta fue construida alrededor de una amplia base histórica: Rusia. Ésto permitió que el colapso históricamente siguiera líneas predefinidas. Lo mismo puede decirse de las otras repúblicas soviéticas. Ellos ya tenían una vida institucional en la Unión Soviética, por lo que sus líneas de desintegración de allí fueron extraídas. Cuando estas líneas no eran claras, la disolución fue seguida por los conflictos. Abjasia y Osetia del Sur lucharon por la independencia contra Georgia; Armenia y Azerbaiyán se enfrentaron por el control de Nagorno-Karabaj y Najicheván; Moldavia se dividió en dos; Ucrania y Rusia podrían disputar el control de Sebastopol. Estos conflictos siguen sin resolverse hasta hoy o empeoraron. ¿Cómo imaginar lo que podría suceder en los Estados Unidos, un país donde se estima que el número de armas de fuego en manos de civiles puede alcanzar los 200 mil millones de dólares? Es poco probable que esta fragmentación hipotética siga las fronteras estatales. Por un lado, es cierto que algunos estados americanos tienen una larga historia y son lo suficientemente ricos como para cuidar de sí mismos, también es cierto que muchos de ellos se desplegaron en enormes territorios más o menos arbitrariamente. Las muchas líneas rectas que definen las fronteras de varios estados occidentales demuestran este hecho. Muchos de estos estados no tienen salida al mar y dependen de otros para exportar lo que producen. Y muchos condados limítrofes con México tienen una gran población mexicana o mexicano-estadounidense, que por supuesto buscarán protección en el país del sur en caso de colapso.
Por otra parte, el colapso soviético se produjo durante tiempos económicamente atractivos para Occidente. Económicamente absorber los fragmentos de la Unión Soviética sería algo natural, e incluso emocionante. Pero incluso teniendo en cuenta el éxito económico actual de China, tal posibilidad no existe hoy en día, en una economía mundial en condiciones mucho peores.
Otra razón para temer y prepararse para una contingencia de este tipo es que el "imperio" consta de cientos de bases militares estadounidenses en todo el mundo, a menudo mucho mejor armados que los gobiernos locales. ¿Quién los administrará y cómo? Las lecciones del colapso soviético aquí no son una fuente de optimismo.
Y tenemos el mayor de todos los problemas: ¿quién se ocuparía del enorme arsenal nuclear de Estados Unidos? A diferencia de lo que ocurrió en la Unión Soviética, donde Moscú tenía suficiente poder sobre las fuerzas estratégicas soviéticas para asegurarse el control sobre ellas durante el colapso, nada en este sentido existe en los Estados Unidos.
Éstas son razones suficientes para que los responsables políticos de las potencias emergentes mundiales preparen escenarios que se ocupen de la situación, aunque poco probable, pero no imposible, de un colapso estadounidense al estilo soviético.
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