Situación de China muy lejos de ser grave.- Crecimiento real será estable en 7 %.
(25 Agosto 2015)
El artículo que copiamos a continuación es casi editorial del Diario del Pueblo, está dirigido a las economías emergentes independientes y a los inversionistas sensatos y no a los especuladores:
- Las reformas estructurales de China están encaminadas a establecer un modelo de crecimiento más sostenible que debe ser tomada como la "nueva normalidad" en la economía mundial.
- Ante la situación mundial China se programa en un crecimiento de sólo 7%.
- China no intervendrá para "aliviar pérdidas" de los capitales especulativos.
- China intervendrá para aliviar la inestabilidad temporal
del mercado de capitales y crear confianza a los de largo plazo e impulsar las fuerzas del mercado.
-o-
spanish.peopledaily
La confianza en el mercado es clave para el futuro económico de China
Actualizado a las 25/08/2015 - 15:23
Por Andrew Sheng / Xiao Geng
La confianza en el mercado es clave para el futuro económico de China
Obreros construyen un nuevo edificio residencial en Pekín.
La confianza en el mercado es clave para el futuro económico de China
Obreros construyen un nuevo edificio residencial en Pekín.
Pekín, 25/08/2015(El Pueblo en Línea)- El estancamiento se avecina para todo el mundo y China no es la excepción. Tras la crisis financiera de 2008, los estímulos monetarios y fiscales han provocado deudas, disminución del comercio y de la inversión. Todo ello ha deprimido la demanda y el crecimiento económico global. En China, ésto complica los esfuerzos oficiales para impulsar el papel de las fuerzas del mercado dentro de la economía. ¿La devaluación del renminbi, la más reciente iniciativa de las autoridades, será suficiente para cambiar el rumbo?
Los líderes chinos han demostrado un compromiso para flexibilizar el control sobre la economía, indicando a las empresas que deben ajustarse a una "nueva normalidad" e insertarse en las reformas estructurales encaminadas a establecer un modelo de crecimiento más sostenible. Pero los riesgos existen, como refleja la creciente caída del mercado de valores de China, y obligan al Gobierno a intervenir para limitar las consecuencias. Y con la incertidumbre, la volatilidad del mercado y la ralentización, en lugar de invertirse, se aguanta el capital y se agudiza el estancamiento.
La situación de China, que está muy lejos de ser grave, es ciertamente difícil. Aunque el crecimiento real anual del PIB parece haberse estabilizado alrededor del 7 por ciento, casi todos los indicadores económicos claves como el PIB nominal, la inversión en activos fijos, la construcción, ventas nominal minorista, venta de autos, energía, transporte por ferrocarril y las importaciones de minerales ferrosos están hoy muy por debajo de su promedio de crecimiento de hace 4 años.
Cuando los problemas de China se hicieron más evidentes, la confianza de los inversores se hundió y arrastró consigo al mercado de valores. El gobierno de China inició su plan de medidas para estabilizar los precios de las acciones. Pero ese tipo de intervenciones, inevitablemente implica una redistribución de las pérdidas del mercado, planteando la cuestión de emplear los recursos del Estado en el sector financiero y las interrogantes sobre si sería mejor asignar esos recursos a la estimulación de la economía real. Ya que, debido a que la intervención del Estado pone una red de seguridad debajo de las pérdidas de los actuantes del mercado, bien puede socavar la efectividad de sus macro políticas.
Los inversores entienden que el Estado puede y va a intervenir para aliviar la inestabilidad temporal del mercado. Pero la confianza solo se puede lograr si el mercado mismo demuestra ser sostenible a largo plazo. Si China va a evitar la trampa de la deflación, reactivar inversiones, reforzar la competitividad y acelerar el crecimiento, también debe continuar su fomento a la innovación y al emprendimiento.
El futuro de China, visto a largo plazo, depende de su capacidad para aumentar la confianza en el mercado. Si no creen que obtendrán beneficios, las empresas e individuos no invertirán más en China. Por esta razón es tan importante que los dirigentes no solamente promuevan el consumo interno para compensar el estancamiento en otros sectores exportables, sino que también logren impulsar las fuerzas del mercado para que trabajen con confianza.
En cierta medida, las autoridades parecen estar dispuestas a hacer lo necesario. La devaluación del Renminbi en un 2 por ciento frente al dólar de Estados Unidos - la mayor en un día- debería ofrecer a las fuerzas del mercado más influencia sobre la moneda fuertemente controlada y una ventaja competitiva a las empresas chinas en los mercados extranjeros.
Como la amarga experiencia reciente ha demostrado, el gobierno no puede seguir estimulando la economía aplicando inversiones financiadas con deuda. Es hora de darle a los jugadores del sector privado las herramientas necesarias para conducir la economía hacia una prosperidad más sostenible.
Andrew Sheng es miembro del Instituto Global de Asia en la Universidad de Hong Kong y miembro del Consejo Asesor del PNUMA
Xiao Geng es director del Instituto IFF y profesor de la Universidad de Hong Kong.
Los líderes chinos han demostrado un compromiso para flexibilizar el control sobre la economía, indicando a las empresas que deben ajustarse a una "nueva normalidad" e insertarse en las reformas estructurales encaminadas a establecer un modelo de crecimiento más sostenible. Pero los riesgos existen, como refleja la creciente caída del mercado de valores de China, y obligan al Gobierno a intervenir para limitar las consecuencias. Y con la incertidumbre, la volatilidad del mercado y la ralentización, en lugar de invertirse, se aguanta el capital y se agudiza el estancamiento.
La situación de China, que está muy lejos de ser grave, es ciertamente difícil. Aunque el crecimiento real anual del PIB parece haberse estabilizado alrededor del 7 por ciento, casi todos los indicadores económicos claves como el PIB nominal, la inversión en activos fijos, la construcción, ventas nominal minorista, venta de autos, energía, transporte por ferrocarril y las importaciones de minerales ferrosos están hoy muy por debajo de su promedio de crecimiento de hace 4 años.
Cuando los problemas de China se hicieron más evidentes, la confianza de los inversores se hundió y arrastró consigo al mercado de valores. El gobierno de China inició su plan de medidas para estabilizar los precios de las acciones. Pero ese tipo de intervenciones, inevitablemente implica una redistribución de las pérdidas del mercado, planteando la cuestión de emplear los recursos del Estado en el sector financiero y las interrogantes sobre si sería mejor asignar esos recursos a la estimulación de la economía real. Ya que, debido a que la intervención del Estado pone una red de seguridad debajo de las pérdidas de los actuantes del mercado, bien puede socavar la efectividad de sus macro políticas.
Los inversores entienden que el Estado puede y va a intervenir para aliviar la inestabilidad temporal del mercado. Pero la confianza solo se puede lograr si el mercado mismo demuestra ser sostenible a largo plazo. Si China va a evitar la trampa de la deflación, reactivar inversiones, reforzar la competitividad y acelerar el crecimiento, también debe continuar su fomento a la innovación y al emprendimiento.
El futuro de China, visto a largo plazo, depende de su capacidad para aumentar la confianza en el mercado. Si no creen que obtendrán beneficios, las empresas e individuos no invertirán más en China. Por esta razón es tan importante que los dirigentes no solamente promuevan el consumo interno para compensar el estancamiento en otros sectores exportables, sino que también logren impulsar las fuerzas del mercado para que trabajen con confianza.
En cierta medida, las autoridades parecen estar dispuestas a hacer lo necesario. La devaluación del Renminbi en un 2 por ciento frente al dólar de Estados Unidos - la mayor en un día- debería ofrecer a las fuerzas del mercado más influencia sobre la moneda fuertemente controlada y una ventaja competitiva a las empresas chinas en los mercados extranjeros.
Como la amarga experiencia reciente ha demostrado, el gobierno no puede seguir estimulando la economía aplicando inversiones financiadas con deuda. Es hora de darle a los jugadores del sector privado las herramientas necesarias para conducir la economía hacia una prosperidad más sostenible.
Andrew Sheng es miembro del Instituto Global de Asia en la Universidad de Hong Kong y miembro del Consejo Asesor del PNUMA
Xiao Geng es director del Instituto IFF y profesor de la Universidad de Hong Kong.
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