lunes, 6 de febrero de 2017

Sexo, familia y el Imperialismo

La sexualidad en la especie y la sociedad humanas
(06 Febrero 2017)

 En el Perú -y parece que en todo el mundo 'occidental'- el tema de la sexualidad, en los ámbitos "educativo", "académico" y "científico" -lo pongo entre comillas por la falsedad que conllevan éstos en manos de falsarios representantes de las clases reaccionarias-, está manejado directamente por la politiquería 'académica' de izquierda. Es por eso que no bien se toca el asunto, en cualquier discución o exposición temática, predomina el prejuicio, "etico", "moral", "político", o de cualquier otra índole al que quieran llevarlo esos "eruditos". Por ejemplo el tema ya está encuadrado -incluso tiene ese nombre- como un asunto de 'género', y ésto es una falsedad de inicio.

 'Género' -referido a las ciencias sociales- y 'sexualidad' son temas de campos o ámbitos totalmente diferentes.

 Hablar de 'género', en lo social, es entrar al campo idiomático, lingüístico, e incluso gramátical específicamente, en cada habla o lengua particular. En el idioma castellano -o español como erroneamente se lo nombra ahora- se usan los términos de género masculino y género femenino para muchos sustantivos, aunque dentro del uso idiomático castellano también existe el género neutro para otros, p.ej. los sustantivos abstractos. Ésto no es igual o equivalente en todos los idiomas, ni siquiera es igual en campos diferentes del mismo idioma. Muchos sustantivos usados comunmente por la mayoría de la población en género masculino o femenino para algún sector poblacional su uso común puede cambiar, p. ej.: el mar, la mar. En otras lenguas o idiomas no sucede necesariamente lo mismo y hay que ser muy cuidadoso en su uso para no decir una barrabasada. Por su parte, en su propio campo de las ciencias sociales el idioma castellano es muy específico en señalar los géneros masculino y femenino para los sexos respectivos. Pero como el tema sexual es llevado -o mejor encerrado- por esos 'eruditos' en lo social, es decir en el tema de género, se presta fácilmente a la confución. Otro aspecto del asunto -básico e intimamente relacionado al lingüístico- que también "olvida" esa "erudición" es el de usos y costumbres sociales de cada pueblo o cultura; pero éste es un tema mucho más amplio y específico de cada uno de ellos cuyo trato en abstracto sería bisantino hacerlo.

 El tema de 'sexualidad' -o mejor dicho el tema del 'sexo'- en cambio es uno estrictamente biológico -y así debería ser tratado- y más aún específicamente genético. La dificultad en las posibilidades de confusión que abrigan las oscurantistas -con careta de modernidad- "ciencias" oficiales occidentales es mucho mayor, por lo que tratan de ocultarlo o tergiversarlo.

Origen y desarrollo de la reproducción sexual

 El sexo es la forma -y el organismo- de reproducción de la vida cuando llega a una cierta etapa de desarrollo en la Tierra.

 Al originarse la vida en nuestro planeta, a partir de organismos químicos muy complejos, hace más de tres mil quinientos m.a., los organismos albuminoideos así formados se reproducían por simple división o multiplicación; no había reproducción sexual. Incluso, muy posteriormente, hace mas de mil quinientos m.a., con la formación de organismos celulares con núcleo, la reproducción se producía por la misma división, en este caso de división nuclear. Sólo fué con la creación de los organismos pluricelulares, y existencia de información genética en los núcleos de las llamadas células eucariotas, que permitían intercambio de información y aumento de la variabilidad de las especies nuevas, que se creó en dichos nuevos organismos multicelulares el órgano sexual, que era el que reunía la información genética de todos los organismos celulares que lo conformaban para duplicarlos y/o modificarlos en su reproducción.

 Este organo de reproducción -el sexo- estaba en el mismo individuo multicelular y constaba de dos células, masculina y femenina, que actuaban a un cierto nivel de desarrollo del propio individuo -lo que en las especies superiores se denomina p.ej. 'pubertad de los animales'- con las que, apareándose con un congénere, iniciaban la reproducción. A estos primitivos organismos complejos multicelulares se les describe y denomina como hermafroditas.

 Los organismos posteriores superaron el hermafroditismo -que todavía queda como reliquia biológica en especies muy primitivas- separando definitivamente los sexos en individuos macho y hembra. Todas las especies superiores tienen estas características, y así han continuado su desarrollo de intercambio genético y selección en las leyes de la naturaleza con los sexos separados de hembra y macho. Todo lo demás está en el campo de la patología.

 Ésto es en resumen lo que la ciencia tiene concebido como 'sexo' a la actualidad. La discusión y confusión estúpida sobre el 'tercer sexo' al que han querido llevar los 'sexólogos' occidentales y 'teóricos' izquierdistas es pura charlatanería reaccionaria y oscurantista.

 Sigamos en el resumen. La característica de la reproducción de las especies sexuadas es, por tanto, la existencia de dos individuos separados, hembra y macho, que actúan para la reproducción en una cierta etapa de su desarrollo, la pubertad, que se activa con un mensaje genético, el estro femenino o período estral, que señala la receptividad al macho y activa a su vez el celo de éste, con lo que se realiza la cópula de los dos individuos uniendo las células reproductoras, óvulo y espermatozoide, para formar una nueva célula que se desarrollará como un nuevo individuo con la información genética de los dos padres.

 La evolución de las especies sexuadas llevó a la multiplicación exponencial de las mismas que poblaron la Tierra -no sabemos nada de otros sitios- tanto en animales como en plantas, desde micro organismos hasta las especies superiores. En éstas, p.ej. entre los vertebrados que vienen a ser aves y mamíferos, el período estral, que puede ser estacional y periódico o permanente y contínuo, incidirá en cada especie para el desarrollo de una vida gregaria o individual.

Características de la sexualidad humana

 En los grandes primates, emparentados cercanamente con los humanos, los gorilas y chimpances, que son bastante gregarios tienen el inconveniente de que el estro de sus hembras es estacional, lo que impide la existencia contínua de los grandes grupos por el celo de los machos en ese período, que determina la formación de grupos familiares en torno a los machos dominantes y destruye con eso la formación social más amplia, impidiendo que muchos individuos no aporten geneticamente a la reproducción de la especie. En cambio en el bonobo -especie del género de chimpances descrita a partir de los treinta del siglo pasado y recién estudiada- el estro de la hembra es permanente y contínuo lo que determina una formación social más extendida y relativamente más estable y 'pacífica'. Coincidentemente con ello la cercanía genética del bonobo con el humano es mayor. Ésto ya lo percibieron -sin conocer al bonobo- Marx, Engels, Morgan, y otros científicos, a mediados del siglo XIX, en el estudio del origen de la sociedad humana teniendo muy poca información.

 ¿Cómo se forma la sociedad humana?

 El grupo de primates que dió origen al ser humano tenía, al igual que el bonobo, el estro de las hembras permanente y contínuo, como lo es hoy en la mujer, y ésto sumado a otras características de la especie determinó su desarrollo mas amplio como sociedades de homínidos que se impusieron en el mundo de los primates por su mayor y mejor organización. Se entiende que las relaciones sexuales entre los miembros de un grupo se realizaban en la forma más líbre y voluntaria sin existencia del celo de los machos que, según se puede deducir como en la sociedad del bonobo, no eran dominantes.

 Este género de especies homínidas llevó a una nueva etapa el desarrollo de su organización social, que en primera instancia tomó los dos sexos para una división natural del trabajo -el trabajo de hogar y cuidado de la nueva generación para las hembras y el trabajo de campo y obtención de los principales alimentos para los machos-, base de esa sociedad primitiva. Con ello se estableció la norma o ley de la sociedad homínida que en adelante rigió: Todo individuo tiene abierta y asegurada la posibilidad de aportar con su sexualidad en la reproducción de la especie humana en la sociedad.

 Hasta aquí el desarrollo de las especies en la naturaleza. Esas hordas de homínidos continuaron a lo largo de cientos de miles de años hasta la organización tribal gentilicia humana y el neolítico.

El sexo en la organización familiar humana

 Siguiendo a F. Engels en su "Origen de la Familia", las primeras organizaciones humanas no sólo establecieron la división natural del trabajo por sexos sino que superaron la promiscuidad en la reproducción estableciendo el primer tipo de organización familiar denominado por L. Morgan como la 'Familia consanguínea'. En ésta la relación o derecho de reproducción/linaje se dá en línea materna por grupos de edades: abuelas, madres, hijas, nietas; y entre los miembros de cada grupo se denominan "hermanos" que significa el derecho y la poseción mutua de ser 'maridos y mujeres' dentro de la tribu.

 Con esta organización social y familiar los grupos de las especies de homínidos, y luego solamente la especie humana, en decenas de miles de años se han expandido por el planeta y ocupado todos los continentes. La organización de la tribu en grupos familiares matrimoniales de hombres y mujeres con derechos sexuales reproductivos amplios dentro del grupo ha permitido tal logro para la especie humana por la sólida unidad que crea entre sus conformantes.

 Así esta organización social de matrimonio por grupos en su expanción por el mundo ha evolucionado y se ha transformado en cada continente y región superando los males congénitos que creaba la relación promiscua primitiva pasando a organizaciones superiores con la creación de la gens, base de las organizaciones familiares como la punaluense y posteriormente la sindiásmica, que todavía subsisten en muchos pueblos del mundo.

 Hasta aquí en el desarrollo de la sociedad humana la asignación o ubicación sexual de sus individuos conformantes ha sido completamente natural, no ha existido como problema social; no han existido el hombre afeminado o la mujer ahombrada; los comportamientos sociales de ambos sexos estan muy bien definidos. Entonces: ¿cuándo surgen esos comportamientos que rompen esa norma social básica?

La sexualidad y las clases sociales

 Llegando al neolítico -ya con la gens como base social- la producción del trabajo de la sociedad fuera del hogar crece exponencialmente con la agricultura, ganadería y otros oficios, y la riqueza que excede el consumo de la misma es derivada al comercio intertribal y finalmente apropiada por un sector gentilicio noble privilegiado dentro de la tribu, que para mantener esa riqueza en su poder restringe para las nuevas generaciones las normas de escoger pareja para el matrimonio sindiásmico todavía existente.

 La sociedad gentilicia ya está en decadencia con el surgimiento del trabajo esclavo y bajo ella se está formando el nuevo sistema estatal esclavista que va constituyendo una clase dominante dentro de la gens y de la tribu a la que las normas de matrimonio en la gens de línea materna ya no corresponden y la sociedad crea y acepta entonces como norma la gens de derecho paterno para cumplir la necesidad de los hombres de transmitir la herencia a sus hijos.

 Esta nueva regla llevada al extremo por la misma concentración de la propiedad de la gens y de la tribu en una clase rica muy reducida lleva a la generación joven de esta clase social dominante a una restricción en el campo de las relaciones sexuales, antes muy lacsa, y es propicia para la formación de comportamientos afeminados en los hombres así como de relaciones lésbicas entre las mujeres. Tal situación se produjo y quedaron grabadas en todas sus manifestaciones artísticas en la decadente sociedad gentil griega anterior al establecimiento de las ciudades-estado.

El Estado y la sexualidad en las sociedades de clases

 El rompimiento de la sociedad gentil y el surgimiento del Estado esclavista con su apertura a nuevos grupos sociales (p.ej. los metecos en Atenas) que acceden a las relaciones matrimoniales con los miembros de las antiguas gens en disolución marca un nuevo inicio y ampliación del campo de individuos aceptados para esas relaciones matrimoniales ahora, en el Estado recien creado con la clase esclavista en el poder, en las nuevas generaciones de las clases dominantes, siendo ello una revolución en la familia con el dominio absoluto de la monogamia esclavista que somete a su vez a la mujer al poder económico del hombre.

 El Estado esclavista así creado abre ampliamente las posibilidades y la 'legalidad' de la explotación del trabajo esclavo y con él acelera nuevamente la concentración de la riqueza en pocas manos, y en tiempo relativamente corto las familias monogámicas esclavistas más ricas se encuentran en situación similar, en el sentido de la restricción de escoger pareja para transmitir su herencia a las nuevas generaciones, a la de la clase noble privilegiada del fin de la sociedad gentilicia; nuevamente se exacerba la degradación social y familiar, con el agravante del surgimiento de la prostitución en la sociedad esclavista, y se exterioriza el afeminamiento en los varones y el comportamiento lesbiano en las mujeres de esa clase dominante. Ésto esta bastante documentado en la historia de las sociedades helénica y romana del final de sus respectivos imperios esclavistas. Roma, que conquista lo que queda del imperio helénico en degradación, cae igualmente decrépita ante la invasión germánica que crea el nuevo sistema feudal en Europa.

 El ciclo se repite -siguiendo el desarrollo europeo- con la sociedad feudal, en cuyo final también se ve la misma degeneración social y familiar de las clases latifundistas feudales cuyas familias están entrampadas en sus limitadas posibilidades de relaciones matrimoniales para sus herederos, con la consecuente exteriorización de sus comportamientos afeminados y lesbianicos de éstos.

 Como hemos visto hasta aquí el comportamiento sexual afeminado y lesbianico ha surgido y se ha desarrollado hasta el extremo de la depravación familiar y de clase social solamente en las ricas clases dominantes propietarias de los Estados europeos; y estas clases sociales dominantes no han necesitado imponer esa conducta de clase como norma en la sociedad; se han contentado con mantenerla en los límites de sus relaciones internas de clase dominante. Las familias en las clases sociales trabajadoras dominadas en la sociedad estadual han mantenido sus relaciones sexuales con las normas desde la época gentil con la sola alteración o deformación del yugo del trabajo esclavo y servil.

La sexualidad en la sociedad capitalista

 La clase burguesa, que se apropia del capital creado por el trabajo social en las ciudades europeas, irrumpe en la sociedad feudal con la libre producción manufacturera e industrial de mercancías, llevando su comercio a los confines del mundo; y en un tiempo relativamente corto, con las revoluciones industrial y política en Europa, pasa a ser la clase dominante e impone la sociedad capitalista en la que todo se convierte en mercancía, se compra y se vende, incluyendo las relaciones sexuales, familiares, títulos nobiliarios y honores. Eso lo impone a la sociedad abiertamente como 'valores', asi como su comportamiento y estilo de vida lo impone como 'moda'. Con esa acumulación del poder y la riqueza de la sociedad en sus manos le llega, al igual que a las otras clases explotadoras extinguidas o en extinsión, por sus limitaciones elitistas de clase poseedora de transmitir su herencia dentro de su clase sin perder su propiedad, el momento de su decadencia llevando también a la degeneración familiar y sexual, con el afeminamiento y el lesbianismo, a sus nuevas generaciones, conducta que difunde, a diferencia de las otras clases dominantes anteriores, en esa decadencia a las demás clases de la sociedad burguesa para imponer su dominio.

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 Es necesario hacer acá un acápite aparte.

 Como hemos dicho la organización familiar dominante, desde la antigüedad de la sociedad esclavista, era la familia monogámica por la necesidad de la clase poseedora de dejar en herencia su propiedad a sus descendientes, que la clase burguesa la continúa; manteniendo las clases trabajadoras oprimidas sus organizaciones familiares gentilicias deformadas por la existencia del Estado. Pero en la emergencia de los burgos, como nuevos centros de desarrollo económico en la sociedad feudal europea, a la par del surgimiento de la clase burguesa surge también su contraparte, la nueva clase trabajadora, la clase obrera manufacturera e industrial moderna, a partir de campesinos liberados de los feudos; ellos también en el burgo necesitan ejercer su sexualidad y formar familia aparte de la familia campesina que han abandonado, y la forman con la total "libertad" que les dá el trabajo asalariado del que dependen; el vinculo de unión de estas nuevas familias "monogámicas" -aunque más bién relacionadas con la familia sindiásmica gentilicia- está libre de cualquier relación económica -pues carecen de toda propiedad- y sólo puede relacionarse ese vínculo con el amor sexual individual moderno.

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Difusión de la "sexualidad" en el imperialismo

 La sociedad capitalista burguesa en decadencia es el imperialismo: el dominio del capital monopólico financiero mundial, el dominio de la clase burguesa imperialista -incluyendo el dominio a los capitales sujetos que mantiene o surjen bajo su férula en los paises dependientes y coloniales-. En ella el comercio y la producción no son una libertad, son una imposición del gran capital monopólico para todo lo que quiera negociar o hacer con las máximas ganancias como gran capital pero también de aquello que no lo ofresca abiertamente, y que ocultamente lo trafique: la prostitución, las drogas, y todas las lacras sociales que se suman a sus negocios. A diferencia de las clases explotadoras que la precedieron, su comportamiento familiar y sexual, como infinitésima parte de la población, no sólo no lo oculta sino que lo presenta como modelo o "moda", e incluso más: lo sustenta como algo lógico y 'científico', y ese sustento lo impone en el mundo que domina. Así el afeminamiento y el lesbianismo, propios de su clase en extinsión, son elevados a la categoría de 'derechos sociales', lo colocan en los textos escolares y lo difunden en la prensa y publicidad que dominan.

 La "ciencia" reaccionaria, burguesa e imperialista, trata de ocultar por todos los medios el conocimiento científico verdadero a los jóvenes de las demás clases bajo su opresión para confundir y enturbiar la mente de las nuevas generaciones buscando con ello que sean presa fácil para continuar con su dominio y la degradación social. Es así que el tema de la sexualidad humana ha sido y es tergiversado por esas "ciencias" reaccionarias desde el uso de la terminología para relatar sus propias genuflexiones de "investigaciones" inventando en su 'psicología' reaccionaria términos como 'homosexual', 'bisexual', 'heterosexual', etc. hasta sus "teorías" psicológicas, educativas y demás. Los manejadores de toda esta basofia son los ultrareaccionarios 'progresistas' de la llamada 'izquierda', que con ello niegan la ley de existencia de la sociedad humana, buscando la destrucción de la familia y de la sociedad misma.



 Obrero en Línea. 

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 Presentamos a continuación un artículo de María Poumier publicado en el portal de katehon que desbroza varios temas referidos a la sexualidad humana que han sido manejados y tergiversados por esos "teóricos" reaccionarios de 'izquierda' a pedir de boca para los negocios ocultos del capital monopolista financiero del imperialismo.

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katehon
LA IZQUIERDA Y EL NEGOCIO DE LOS VIENTRES DE ALQUILER
25.01.2017 - Francia - Por María Poumier


¡Ganó Trump! ¡Cunde el pánico en la juventud izquierdista, abierta a todos los vientos consumistas, a todos los experimentos en lo erótico, y ciega ante lo que no le cae simpático. Pero tratándose de la manipulación de su vida privada, mejor abrirles los ojos ya; la homofilia promovida por los izquierdistas y las feministas estadounidenses tiene otra cara siniestra.

El matrimonio gay fue legalizado en Francia en 2013, a pesar de un rechazo masivo, espectacular, sorpresivo, inesperado para el mundo entero, que ve a Francia como farol de todas las libertades; y ahora, las instancias europeas tratan de imponérselo a todos los países de Europa, como en el resto del mundo.

Poco a poco se descubre lo que encubría la supuesta lucha contra la homofobia: el matrimonio gay era el paso jurídico previo necesario para la legalización de la adquisición –a través de agencias comerciales– de hijos artificiales por cualquier pareja. Desgraciadamente, son los gobiernos llamados de izquierda y los partidos llamados ecologistas los que se han dejado engañar o corromper, sobre la base de una retórica “progresista” en la que conviene escarbar.

Los nuevos portentos en materia de procreación artificial, permitidos por los avances de la biotecnología, enfrentan un fuerte rechazo en Francia, Alemania e Italia; pero Bélgica, España e Inglaterra ya han multiplicado las “clínicas de fertilidad” abiertas a las mujeres solteras o lesbianas, sin exigirles ninguna justificación médica; en Grecia y en la Europa oriental, solapadamente, se fabrican niños para parejas homosexuales. En México, los Estados de Sinaloa y Jalisco también tienen sus fábricas de bebés para la exportación, aunque los demás Estados y el gobierno federal se resisten a reconocer esa actividad como algo normal. En Estados Unidos, se sabe que se fabrican y venden los niños más caros del mundo, especialmente en Florida y en California (100 000 dólares es la tarifa). En Argentina, la presidenta Cristina Kirchner a último momento impidió que figurara la legalización de la procreación artificial entre las nuevas enmiendas constitucionales.

En los primeros días de octubre, el Papa dio un impulso notable a la resistencia contra la mercantilización de la reproducción humana, contrarrestando con una energía inesperada las sugerencias de una periodista melosa que no se la vio venir; pues el periodismo oficialista quiere imponer hasta a las autoridades católicas su ideología azarosa, pretendiendo ampararse en la autoridad de científicos irresponsables.

Cualquiera se espanta ante los casos que ya se multiplican: niños que pueden tener hasta tres madres (la que da el óvulo, la que pare, la que compra el producto), y niños sin padre, porque alguien compró semen de procedencia secreta, anónima, y se lo inocularon a una mujer que no quería rendir cuentas a ningún hombre. Las parejas homosexuales más delirantes pretenden criar a nuevos seres humanos negando del todo la complementariedad de los dos sexos para dar la vida. Defienden un supuesto “derecho a tener hijos”, negándose a considerar los derechos de la colectividad, las deudas con los antepasados, y los derechos del niño. Pero si bien es placentera para los jóvenes ávidos de experimentos y provocaciones, esta absolutización de los derechos individuales entraña en realidad nuevas dependencias que nadie desea verdaderamente.

Pues, a ver: ¿de dónde nace la propaganda mundial para la fabricación y comercialización de recién nacidos? ¿Qué objetivos ocultos persigue? ¿Cuáles serán los próximos pasos que nos preparan, y quiénes son los cerebros de este nuevo negocio?

La imaginación judía

Los médicos judíos son conocidos en el mundo entero por su habilidad y su activismo en la colecta de órganos para realizar injertos, incluyendo los injertos de corazón para millonarios. El turismo médico es una fuente de ingresos para muchos países, y los ricos buscan servicios de calidad, a la altura de los que se brindan en Estados Unidos, pero a precios del Tercer mundo. Basándose en la teología judía, los médicos judíos se han involucrado mucho en cuestiones relativas a la fertilidad humana.

En los años 1940, un judío austriaco (según la terminología laudatoria de la nota que le dedica la versión inglesa de Wikipedia) que vivía en Gran Bretaña, ganó mucho dinero al convertirse en “serial father”, padre fraudulento de más de 600 hijos. El Dr Wiener era un biólogo y un pionero en materia de inseminación artificial humana. Y se descubrió en los años1970 que había inseminado con su propio semen a muchísimas mujeres adineradas, a muy alto costo. Su esposa, Mry Barton, era la dueña de su “clínica de fertilidad”. Es uno de sus hijos el que lo descubrió, y descubrió el fraude. La pareja destruyó sus archivos, y se murieron antes de que se les formara juicio. Hoy en día, el mismo hijo pelea por la prohibición de donar semen anónimamente. Hay motivos para sospechar que el Dr Wiener no fue el único en sacar gran provecho de semejantes supercherías, nada cristianas.

Desde el principio, el obispo de Canterbury había calificado como “satánica” la interferencia humana en el proceso natural de la reproducción, y hoy en día, las leyes inglesas prohíben el don o la venta de semen anónimo, que dio lugar, años más tarde, a encuentros incestuosos entre hermanos que ignoran su parentesco; los habitantes del Caribe saben que es un caso clásico en la historia de la esclavitud y se da en todos los contextos de promiscuidad entre amos y sirvientes. Las autoridades católicas siempre han protestado contra el tráfico de células sexuales masculinas o femeninas, y la fragmentación de paternidad y maternidad entre varias personas, como se practica en la ganadería industrial. Pero el desarrollo del incesto entre hermanos que no conocen a sus verdaderos genitores no es la única consecuencia de los modernos experimentos en biotecnología aplicada a los seres humanos.

El aumento mundial de la infertilidad

Desde los años 1950, la fertilidad masculina sufre una caída acelerada, especialmente en los países desarrollados, y lo extraordinario es que nadie busca cómo remediarla. Pesticidas, hormonas que tragamos con la carne y el agua, cambios en la alimentación, contaminaciones diversas se suman y se conjugan, y ocurre el mismo cambio catastrófico en el mundo animal. Esto ayuda a comprender el auge de la confusión sexual, a nivel fisiológico y psicológico, que afecta a muchos jóvenes: el homosexualismo creciente es un efecto de la perturbación endocrina colectiva.

Ningún gobierno, ninguna instancia internacional nos informa del peligro que se cierne sobre nuestra especie. Al contrario, sigue vigente la idea de que debemos reducir la población mundial, para lo cual se sigue financiando a los organismos que promueven contracepción y aborto a gran escala. La infertilidad femenina aumenta a su vez hasta niveles preocupantes por el hecho de que las mujeres prefieren retrasar la edad de su primera maternidad, y renuncian a menudo a tener más de un hijo tras una separación. Esto no quita que se desarrolla una fuerte angustia en las parejas, cuando descubren que ya no podrán tener hijos naturalmente.

La demanda crea la oferta, y así se estimulan las proezas tecnológicas en este campo, con la promesa de amplias ganancias. Los experimentos para la reproducción artificial empezaron con el ganado, con el Dr. Shrenck, en Viena, en los años 1880. Los doctores Gregory Pineus y Enzmann desarrollaron la fecundación in vitro; les siguieron Saunders y Myriam Menki. Hasta que Robert Edwards logró que naciera el primer bebé probeta, Louise Brown, en Inglaterra, en 1978. Los papas católicos sucesivos llamaron la atención sobre la funesta posibilidad de que se trate a las mujeres como simples fábricas para bebés. Y esto es lo que tenemos hoy en día, a enorme escala, aunque se nos oculta el volumen real del negocio.

La industria israelí de la reproducción humana

La tasa de infertilidad en el Estado de Israel es la más elevada del mundo: una de cada cuatro parejas pide asistencia médica para remediar su infertilidad; en los demás países desarrollados, el problema afecta a una de cada seis o siete parejas. En Israel, el aborto por razones médicas, tras pruebas prenatales, prenupciales, y diagnósticos previos a la implantación de embriones, es algo que se practica ampliamente. El Estado paga todos los gastos de atención médica en el campo de la reproducción. Para los judíos que acuden desde otros países, atraídos por el alto nivel de la biotecnología israelí, el bajo costo es muy atractivo, y es una gran diferencia con los servicios que se ofrecen en Estados Unidos.

Los médicos israelíes se destacan en la cosecha de células sexuales femeninas, los ovocitos, en el extranjero. Israel es un país que está en la lista negra de los países poco escrupulosos en las prácticas de compra o robo de órganos para injertos. Con los ovocitos, ha habido repetidos escándalos en los países de Europa oriental, pues la clientela está casi siempre interesada en niños blancos, rubios y de ojos azules; la extracción de ovocitos requiere mujeres jóvenes dopadas con hormonas, hasta niveles que provocan abundancia de cánceres, con peligro de eclampsia; la operación de extracción de óvulos se realiza en Israel o en Chipre: a las chicas se las traslada y se les paga una miseria; ni siquiera se enteran de que sus óvulos servirán para alumbrar hijos suyos de los que jamás sabrán nada, y que pertenecerán a otras familias, sin que puedan reclamar nada.

Los ovocitos congelados, junto con reservas de semen “donado” y congelado, darán lugar a embriones congelados. Este proceso muy sofisticado se realiza en los laboratorios de fama mundial Alphaclinic y Kadimasten. Después se exportan los embriones, unos a países ricos, para centros de investigación que los compran (es el caso de Francia), otros a países pobres, donde mujeres pobres se prestan a gestarlos en su vientre, para que después les sean extraídos por cesárea para ser entregados en la fecha convenida de antemano a las parejas que los han encargado, incluyendo homosexuales.

Así se ha desarrollado, en los últimos veinte años, a partir de Israel y sus leyes permisivas, el negocio de los vientres de alquiler en la India, en Grecia, en México, en Nepal, en Tailandia, en Ucrania, para una clientela internacional. Pero en cada país llega un momento en que la indignación popular obliga a los gobiernos a intentar poner límites al boom de los hijos comprados por extranjeros desalmados, o prohibírselo por lo menos a los homosexuales.

El milagro israelí

En Israel, la actividad comercial no encuentra trabas estatales; toda la industria apunta al mercado global, y a nivel de legislación, la lógica del derecho mercantil contractual tiende a sustituir cualquier otra reflexión jurídica, como en EEUU. Israel es el primer país que autorizó los experimentos en fertilidad humana; la maternidad subrogada es legal en Israel desde 1994. Y desde 2014, se autoriza para solteros y parejas homosexuales. Al individuo que presenta un recién nacido para su inscripción en el registro civil no le preguntan por la madre, es automáticamente un nuevo ciudadano israelí.

El resultado es lo que ellos mismos llaman el “milagro israelí”: la tasa de nacimientos es la más alta entre los países desarrollados. Si recordamos que la tasa israelí de infertilidad también la más elevada, se entiende que buena parte de la nueva generación de israelíes es importada de países lejanos… o próximos, como Ucrania o República checa.

La política ultranatalista de Israel se justifica oficialmente por la voluntad de compensar las pérdidas de vidas judías durante la segunda guerra mundial, más la falta de los hijos y nietos de esa generación. Oficialmente también se trata de compensar las bajas debidas a las sucesivas intifadas; además, hasta una fecha reciente, Israel se quejaba de la amenaza de la “bomba demográfica” que era la sobrenatalidad de los países árabes.

Ahora bien, el milagro también afecta a los países vecinos, pues mientras la natalidad israelí crece, ¡ellos pierden la suya! El Líbano, por razones misteriosas, sólo produce 1,5 hijos por mujer, tasa comparable a la de Japón, la más baja del mundo, insuficiente para la renovación generacional…

La agencia Tammuz fue la agencia pionera en el comercio triangular : importar células sexuales desde EEUU, fabricar embriones en Israel, congelarlos e implantarlos en úteros indios, seleccionados por médicos locales en “granjas de bebés”, entregárselos a parejas de cualquier parte del mundo, asegurando no sólo los cuidados médicos, sino los servicios de abogados para sobreponerse a la legislación propia de cada país, y lograr la exportación legal del niño, con los documentos y la nacionalidad deseada por los compradores, supuestos “padres de intención”. Tammuz es también la empresa que emprendió la conquista del mercado gay en el mundo entero, imprescindible para extender su actividad. Actualmente, su iniciador Doron Mamet está considerado como un genio a la vanguardia de la imaginación “uberista”, a la par del inventor de Facebook, de Oprah Winfrey, de Bill Gates, de Google etc. Sin embargo, no es fácil descubrir las cifras de sus negocios, pues todavía hay un rechazo instintivo ante las ínfulas de los nuevos esclavistas.

Ni la paridora ni el producto vendido antes de nacer recobrarán jamás su dignidad. No se les pide su opinión a los nuevos “hijos de nadie”… Doron Mamet tiene sucursales hasta en Brasil, donde hace publicidad para sus “barrigas de aluguel”, véase: http://www.tammuz.com/por/. Y sacó en 2009 un documental relatando su historia sentimental y el desarrollo de su negocio, Google Baby, en 2009. Doron Mamet se jacta de haber iniciado el “Gay Baby Boom”, y lo vincula estrechamente con el destino del Estado de Israel.

El “Pink washing”

De hecho, el asco a las prácticas homosexuales ya se considera sentimiento criminal, al igual que el llamado antisemitismo. Las mayores instituciones judías (Anti Deffamation League, Congreso judío americano) así como el ministro israelí de la Defensa felicitaron a la Corte suprema que obliga a todos los Estados Unidos a celebrar matrimonios gay. La homofobia es un vicio propio de bárbaros árabes o musulmanes, como la judeofobia es el vicio típico de las viejas naciones europeas, repite la propaganda israelí.

De manera simétrica, adquiere automáticamente un estatuto positivo todo lo que lleve un leve tinte rosado, o sea “gay friendly”. Se combinan tres argumentos para legitimar esta nueva propaganda: teológicamente, la religión judía considera que le corresponde al ser humano proseguir el proceso creativo divino, aceptar la oferta tentadora de la serpiente que le brindó a Eva la manzana del árbol del bien y del mal, árbol de toda ciencia. No se considera pecado experimentar sobre los seres humanos; “creced y multiplicaos” es una consigna que vale especialmente para los judíos.

El mito de Sodoma y Gomorra, con sus terribles castigos, ha pasado al olvido. Sólo queda la leyenda de Abraham y su esposa estéril, que dio la orden a la esclava Agar de tener un hijo con Abraham para criarlo ella. Los conceptos de libertad e igualdad se usan para despertar entusiasmo en las nuevas generaciones. Se supone que el vientre humilde que se ofrece y la persona que paga por un bebé salen ganando las dos en el negocio. Pero a la hora de firmar el contrato en alguna agencia, los compradores tiene que volver a la realidad : hay que elegir según el presupuesto, y unos encargan un bebé “Premium”, mientras otros se conforman con uno “low cost”… El contrato “win/win” no convierte en iguales a explotadores y “mujeres vajilla”, como se dice en España…

Cómo luchar contra la demagogia de la procreación artificial

La izquierda no es unánime en limitar sus objetivos a la “protección de las minorías”, sin querer buscar el trasfondo peligroso de semejante lógica, abiertamente hostil a la mayoría. La filósofa francesa que hizo el mejor análisis marxista para mostrar que la maternidad subrogada es una nueva forma de esclavización de las mujeres es Sylviane Agacinsky, esposa de Leonel Jospin, ex primer ministro socialista nuestro. El más popular de los militantes ecologistas, José Bové, también defiende el deber de respetar la naturaleza, en cuanto a reproducción humana.

El 16 de octubre, los católicos franceses organizaron una manifestación para obligar a los políticos a definir su programa en cuanto a la legalización de los “vientres de alquiler”. Al dirigente del partido demócrata cristiano Jean-François Poisson, que se sumó a la manifestación parisina, ya lo están tachando de antisemita, aunque los organizadores, gente cautelosa de la burguesía francesa, evitan llamarle pan al pan y sionista al plan de imponer la reproducción artificial globalizada. Pero la ley del silencio siempre tiene sus brechas inesperadas.

Agencias y laboratorios nos ocultan cuidadosamente las nuevas enfermedades que ostentan los seres humanos engendrados por extracción, descongelación e implante, seres extremadamente frágiles, que crecen forzados por la ciencia a partir de embriones seleccionados entre otros muchos sacrificados, o sobrevivientes de abortos provocados en el caso muy frecuente de gestación de gemelos.

La próxima generación es la que descubrirá los estragos de la bioquímica destrabada de cualquier referencia a la moral natural. Pero ya están llegado de EEUU noticias de cánceres y muertes de mujeres que se prestan a poner óvulos frenéticamente como ranas, o a gestar embriones ajenos, implantados a la fuerza, que su cuerpo rechaza.

Otra faceta del poder médico descontrolado es el negocio de los fetos abortados, en que la ONG Planned Parenthood (madre de cada instituto de planificación familiar en el mundo) está metida; PP en EEUU, está pendiente de juicio ahora, y está respalada por la Sra. Clinton.

Si se acepta nuestro análisis en meros términos de mercado, se deduce que deberíamos usar activamente nuestras libertades fundamentales: tener hijos cuando se es joven, mantener a raya el poder médico que nos quisiera controlar en cada proceso natural, para sacar ganancia a nuestros extravíos. La retórica utilizada para ocultar el despotismo del lobby médico y farmacéutico no es más que un argumento publicitario.

No deberíamos dejarnos vencer por la propaganda supuestamente progresista y libertaria, sino entender que es el discurso oficial de instancias internacionales corruptas, como la ONU y la OMS, que con pretextos de higienización de los pueblos, procuran quebrantar las tradiciones de cada pueblo, y pisotear la educación moral que imparten los padres.

El Occidente capitalista venció en los años 1990 al bloque socialista con sus promesas atractivas de acabar con la represión de las exigencias populares. Al cabo de treinta años, no es la libertad la que ha ganado la batalla, es el imperio hipnótico de la propaganda comercial lo que ha triunfado en la juventud, incluso en el manejo de su propia vitalidad. Pero el instinto de sobrevivencia no ha desaparecido del todo.

El homosexualismo siempre ha existido en los márgenes de la sociedad, y tiene su fecundidad particular en el campo de la creatividad, porque desarrolla una visión crítica y en alguna medida saludable de la sociedad. Esto no es motivo para poner la inversión de valores en el centro de la vida social. ¿Quién puede desear seriamente una política de inversión oficial de la moral común, que conllevará automáticamente la glorificación de prostitución, pedofilia, pornografía y crimen organizado? ¡Solamente los que viven de ello!

Fertilidad mental y retorno a la tradición

Felizmente, muchos países se aferran a la moral natural, y se ríen de las pretensiones occidentales e imperialistas de sancionarlos por aferrarse al sentido común; Obama viajó a Kenia y pretendió supeditar empréstitos nacionales a la modificación de las leyes del país sobre homosexualidad: los kenianos renunciaron a los préstamos, ofendidos. Hay una auténtica unanimidad en el rechazo a la imposición del homosexualismo, entre los países africanos, los países católicos, y los países ortodoxos: Rusia prohíbe la propaganda homosexualista en las escuelas. Y aún en Occidente, hay destacadas figuras homosexuales que se niegan a convertirse en agentes de la destrucción de la familia, la tradición, la lógica natural, para ampliar el campo del mercado, como Thierry Meyssan.

La derrota de la Clinton en EEUU abre una nueva era de recuperación del sentido común y del sentido del bien común. Ya el mundo está harto de la propaganda de los fundamentalistas del mercado. Pero para ganar la batalla contra los mercaderes de la vida humana, hay que aferrarse a los baluartes de la moral natural, que son las instituciones religiosas. El marxismo confiaba demasiado en el progreso tecnológico sin límites, pero su humanismo nos protegía de los peores inventos de la modernidad. Los últimos veinte años han sido de avances del desmadre legalizado, o sea la sustitución de padres y madres por la seudo lógica del mercado desalmado. Debemos cerrarles el paso a sus sofismas destructores.

La izquierda es necesaria para limitar los abusos de la derecha, en política. No debe caer en la trampa de ser delirante a su vez, y dejarse manipular para encubrir el cinismo abyecto que conlleva el mundialismo desaforado. Debemos hacer un frente común de resistencia con las estructuras religiosas de cada nación, pues el terreno de la protección de la naturaleza humana es un magnífico terreno de convergencia. ¡Inch Allah!


* María Poumier es francesa; fue profesora en la Facultad de letras de la Universidad de la Habana y luego en la Sorbona y la Universidad de París VIII. Especialista de historia y literatura cubana, ensayista e investigadora, poeta y periodista. Poumier es anti-sionista y activista por los derechos políticos de los palestinos, por la libre investigación histórica y la libertad de expresión.
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